RESUMEN: HÁBITO 7

Debes saber cuándo prestar una atención concentrada en un asunto y cuándo dejarlo ir y permitir que el subconsciente mágico haga su trabajo. Tus grandes ideas son en parte un trabajo metódico y en parte inspiración espontánea y pasión. A estas dos maneras de pensar se les llama apilamiento y flujo.
El apilamiento es analítico y se rige por la lógica. Progresa de forma incremental y es una actividad centrada y dirigida hacia un propósito que alcanzarás de forma gradual sentándote sobre tu trasero y aplicando tu mente al problema. Por otra parte, cuando tu mente fluya irá donde le apetezca. No se puede concretar con precisión la dirección del flujo ni calibrar bien su fuerza.
Cuando apilas, pones un ladrillo cada vez; pero cuando fluyes, estás perdido en altamar hasta ese momento en que te encuentras sentado en tu habitación del hotel con la solución bien guardada en el bolsillo de tu albornoz.
Las tareas típicas del apilamiento consisten en cuadrar los libros, escribir un informe, analizar datos, planificar un picnic... Cuando tu mente apila, detectas cuándo progresas. El apilamiento también se conoce como pensamiento convergente, porque todas tus capacidades de concentración se centran en el problema.
La lógica, el análisis y la determinación te llevarán lejos. Pero cuando necesitas ideas frescas o un punto de vista nuevo, tienes que usar tu mente de otra forma. Cuando tu mente se encuentra en un estado de flujo, los pensamientos y las conexiones tienen libertad para vagabundear. 

Pero cuantas más cosas hayas metido en tu saco, más combinaciones podrán formarse antes de que tengas ese destello repentino de inspiración.

Cuando logres superar los problemas y avanzar hacia el éxito usando tu mente, tendrás que alternar constantemente entre el apilamiento y el flujo. Lo que hagas primero dependerá del punto de la resolución del problema en que te encuentres. Einstein explicó que, en sus momentos más creativos, usaba imágenes mentales, símbolos y signos porque el lenguaje colocaba su mente en el modo lógico, y aquello coartaba la amplitud de su creatividad. Jugaba con esas ideas y conceptos, los relacionaba entre sí, exploraba y probaba. Y cuando llegaba al punto en que estaba listo para expresar con palabras la lógica de sus pensamientos, pasaba del flujo al apilamiento.
También existe el procedimiento inverso, pasar del apilamiento al flujo. Lo importante es encontrar los momentos en que es mejor apilar y aquellos en que es mejor fluir. Tu autodisciplina y tus inhibiciones están en su peor momento cuando estás cansado y aturdido. Esa autodisciplina es la que necesitas cuando estás apilando. Pero cuando fluyes, lo que deseas es librarte de las cadenas mentales. La creatividad llega a su punto culminante cuando estás cansado. Si te sientes mejor por las mañanas, es probable que a primera hora del día tengas una gran fuerza de voluntad y se te dé estupendamente el apilamiento mental. A medida que transcurre el día, te embarga la somnolencia, tu autodisciplina vacila y tu creatividad empieza a liberarse, tu imaginación suelta amarras y quizá tu pensamiento empiece a agrandarse. A mí, saber esto me permite ser más eficaz para planificar mi tiempo. Te irá mejor cuando seas consciente de estos diversos modos de pensar y del momento en que tu capacidad para cada uno de ellos alcanza su punto culminante.

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