RESUMEN: HÁBITO 1


Las ascidias inician su vida pareciéndose bastante a un renacuajo. Cuando salen del huevo, nadan por el océano en busca de nutrientes y de un lugar donde vivir. Mientras la ascidia se desplaza por el agua con el propósito de alimentarse y buscar una roca a la que fijarse, usa su cerebro. Cuando encuentra una piedra o un resto de naufragio idóneo, se adhiere a él. No volverá a moverse jamás. A partir de ese momento, la que dirige su vida no es ella misma. La ascidia es reactiva, no es una fuerza motivadora en su propia vida. No puede controlar su destino. Y como ya no tiene ninguna necesidad de su cerebro, se lo come.
En cambio, si tú optas por conservar tu cerebro, este gastará mucha energía; pero esa energía no es nada comparada con lo que es capaz de hacer: desarrolla gustos, intereses, placeres, aversiones, ambiciones y sueños, a pesar de los golpes que le propinen las presiones del mundo real.
No todos somos científicos estrella, hombres de negocios, artistas o cocineros renombrados, pero todos podemos alcanzar mayores alturas usando las herramientas de las que disponemos. Cada uno de nosotros lleva dentro un paradigma original del mundo, pero el punto de partida para que aflore lo que llevas en tu interior es modificar cómo decides pensar durante el día
Tu cerebro vibra con energía durante todo el día, y tu vida consiste en aquello que te hace vibrar. Por tanto, aplica un control consciente sobre lo que piensas durante todo el día. Elige no desperdiciar tu energía en cosas que no beneficien absolutamente a nadie. Pensar es una habilidad, no es la inteligencia en acción. Por ejemplo, ¿qué ocurre con tus deseos de cambio el primer día del año nuevo? Van disminuyendo porque la vida se entromete y entonces se activa el piloto automático. O bien tu mente digiere la vida y hace de ella lo mejor que puede ser, o se sienta inmóvil en el lecho marino y la vida digiere tu mente.

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