RESUMEN: HÁBITO 3




Cuanto más sepas sobre las cosas que te fascinan, mejor será tu pensamiento. Sumerge tu mente en el rico potaje del conocimiento humano. Ahora que te has encontrado a ti mismo, debes tener un cuidado especial en prestar atención a las cosas que más te apasionan.
Así, tus ideas originales, los pensamientos ociosos y el súbito raudal de visiones que te asaltan como salidas de ninguna parte en realidad procederán de todo aquello que ya has permitido entrar en tu mente. El secreto de la inspiración y del descubrimiento fortuito radica en profundizar en las áreas que te fascinan y te motivan. Los buenos artistas copian, los grandes artistas roban, como decía Picasso. Joshua Reynolds, otro pintor, decía que “quien decide no saquear nunca otra mente que la propia… se verá obligado a imitarse a sí mismo”.
Conocimiento, pasión, héroes, mentores, ociosidad, competidores, soledad, debate y disensión y contemplación son los platos del menú. No eres una tabula rasa, sino la suma de todo lo que has experimentado, tanto bueno como malo. Todo lo que contenga ese saco de experiencias y conocimientos es la materia prima con la que construirás tus ideas. Y si te falta conocimiento, ve en su busca. 
Te doy un consejo práctico. Después de cada interacción con otras personas, con ideas, obras de arte, la naturaleza o una visión, tómate 30 segundos para reflexionar sobre lo que has aprendido. Este acto de pensar en lo que es bueno reforzará tu recuerdo. A los deportistas, vendedores y ejecutivos de empresa se les enseña a aprender lo mejor de su experiencia y a alcanzar un rendimiento futuro mejor mediante el simple hecho de tomarse un momento para descansar y pensar deliberadamente en lo que acaban de experimentar.
No te rodees únicamente de ideas, sino también de las personas que inducen esas ideas, que te inspiran, te guían y te empujan a ir más lejos. La calidad de lo que hagas aumentará gracias al nivel de los que te rodean. Y por encima de todo, rodéate de aquellos que te inspiren a disfrutar de la vida. Rodéate de personas que te hagan ser mejor y estudia a los personajes más destacados de tu campo de interés. Lee para comprender cómo vivieron las personas a las que respetas, qué obstáculos superaron y cómo lo hicieron. Los psicólogos han demostrado que el simple hecho de tener héroes que también hayan superado adversidades o hayan recorrido el mismo camino que tú te ayudará a triunfar.
Por otra parte, busca opiniones diferentes. Así es como opera Charlie Munger, uno de los inversores de mayor éxito del mundo. Él lee opiniones de las personas con las que discrepa para desafiar sus propios pensamientos. Así impide que se vuelvan obsoletos.
Pensar en grande posee un ingrediente mágico y sorprendente: la ociosidad. Es algo que la mente anhela pero que nos cuesta darle, porque no parece productivo. No lo consideres pereza. Los creadores más brillantes nos han enseñado que lo que necesitas para alimentar tu mente es más que meros conocimientos e ideas. En nuestra era hay dos formas de ociosidad. La primera es la quietud disciplinada a través de la meditación. Consiste en desconectarnos del ruido de fondo que nos ronda por la cabeza. Según Ray Dalio, el multimillonario que dirige la empresa de fondos de cobertura más grande del mundo, Bridgewater Associates, “cuando estoy estresado, hago una pausa y practico la meditación. El estrés desaparece en el acto”.
La otra forma de ociosidad es el conocimiento ocioso. Consiste en apartarse del pensamiento instrumental y descubrir el valor del conocimiento en sí mismo, uno de los grandes deleites de la vida. Como decía el filósofo Bertrand Russell, “el aprendizaje por curiosidad no solo hace que las cosas desagradables lo sean menos, sino que las cosas agradables lo sean más”. Como explica Andrew Smart en su libro El arte y la ciencia de no hacer nada, “si bien nuestras mentes han evolucionado de forma óptima para actuar intensamente, para funcionar con normalidad nuestros cerebros deben estar ociosos, y además resulta que durante mucho tiempo”. Y añade que “el ajetreo destruye la creatividad, el conocimiento de uno mismo, el bienestar emocional, la capacidad de socializar, y también puede perjudicar la salud cardiovascular”.

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